//Edrahil
El hedor de los pozos... fuego. El batir de los látigos y los alaridos de los esclavos. Un nuevo monstruo ha nacido. De su bulbosa concha emerge un cuerpo abrupto, oscuro, brutal. Un nuevo soldado del ejército de Mordor. Un guerrero de fieros ojos que, aún sin comprender las leyes del mundo, siente el odio por sus venas y ruge desesperadamente ante el dolor de su propia deformidad. El primer sonido que emite será su nombre... Brumbrag.
Las forjas de los orcos no son hermosas, pero un ejército de prácticos forjadores trabajan día y noche sin descanso, amparados por el material que traen los esclavos de la mina. No es infrecuente que estos esclavos mueran a latigazos o a golpes cuando dejan caer un mísero trozo de carbón o mineral... siempre hay más criaturas que esclavizar, y los orcos están deseando una oportunidad para iniciar nuevas incursiones.
Es en estas forjas donde Brumbrag pasa gran parte del día, forjando cimitarras orcas. No es amado entre sus compañeros, ¿qué orco es capaz de sentir amor? Pero es temido por su mal humor y su brutalidad que, sin embargo, acompaña con una astucia malévola que brilla en el fondo de sus ojos, lo que le hace aún más peligroso, como los demás saben.
Brumbrag se siente orgulloso de pertenecer a la casta guerrera de Morgul, donde sirve con devoción a los 9 amos siniestros. Los 9 ulairi, los espectros del anillo. "La primera línea", como a ellos les gusta llamarse, pues viven en la frontera del país de la Sombra y con frecuencia asaltan lso puentes de Osgiliath o incluso cruzan el río para atacar el Pelennor. Los guerreros de Morgul siempre sufren muchas bajas, pero se vanaglorian de su fiereza y dureza en la batalla. Los hombres de Gondor temen a estos orcos negros y enormes que atacan como auténticos bersekers.
Brumbrag se dio cuenta pronto de que poseía una astucia superior a la mayoría de sus compañeros, meros brutos dominados por el ansia de sangre. Pronto se dio cuenta, también, de que le era fácil dominarlos, por lo que tuvo pronto su propia facción, bien por promesas de poder a segundos, bien por el miedo que imponía o por favores concedidos. Su ascenso parece rápido en la torre y ha liderado ya alguna incursión con éxito al otro lado del río. Actualmente, lidera un arcaico sistema de comercio entre Morgul y el cercano Harad, de donde obtienen materias primas a cambio de armas y armaduras de tosca manufactura, pero de práctico uso y gran dureza