1er Concurso de relatos. \"La voz de los vientos\"

Son tiempos difíciles. El mal avanza y nosotros no supimos verlo.

Apenado acabo de ceñirme los protectores de los brazos y ajusto las correas de suave cuero negro.

¿Cuántas veces he llevado este traje, y sin embargo parece estar como el primer día?
Desde luego Leyanwe hizo un excelente trabajo, a pesar de mis incontables correrías por los bosques, el traje sigue indemne, salvo por algunas manchas de musgo que tendré que limpiar cuando tenga algo de paz…

Recojo mi fiel arco y me preparo para partir, mas ligero de equipaje que nunca, serán días de acecho y todo lo superfluo sobra.
En mi arcón, numerosos frascos llenos de líquidos extraños a muchos ojos, algunos de un dorado elemento que me es más preciado que el oro.
Gran cantidad de plantas mas o menos secas reposan ahora en unos frascos en la estantería, y junto a la cama descansa mi bastón.

Repaso mi equipo, sobre la túnica de suave algodón llevo mi armadura de cuero.
El carcaj repleto de flechas, no es cuestión d arriesgar, escojo mis mejores puntas, aquellas que me hizo Virmad en su día y que tienen su tengwar grabada.
En los zurrones, unas Lembas, una cantimplora rellena de dulce Miruvor y un solo frasco de un líquido parduzco.

Y mi flauta.

Armado con mi fiel Kalthalion parto ya de la seguridad del valle, Elenthil queda atrás intentando reunir a los sabios, uno de ellos esta en el norte y no sabemos donde aparecerá la próxima vez.

Exploradores del valle partieron en cuanto dimos la noticia, los montaraces fueron avisados y cada uno juega el pequeño papel que puede en estos días.

Los orcos avanzan por el norte y nadie se percató.
A donde se dirigen no lo se, pero si se donde podré averiguar mas… La Cima.

Raudo atravieso los campos.
Pocas veces se ha visto al “joven” druida avanzar tan raudo y sin embargo tan en silencio, la sangre de su madre que corre por sus venas cada día se manifiesta más.

Fundiéndome en las sombras avanzo, es sorprendente que tamaña compañía de orcos no haya dejado apenas rastro… aquí fue donde los vi y sin embargo ni una huella…
Dejo atrás las lindes del peligroso bosque de los trolls y tras atravesar el último puente la diviso majestuosa, La Cima de los Vientos, se erigía en medio de una extraña sombra.

Unos humanos acampados, les conozco. Intentan asaltar a los inocentes transeúntes cuando tienen la ocasión pero esta vez no hay tiempo, me escabullo mientras les oigo inquietos y subo a la cumbre.

La Cima, un lugar donde vengo a escuchar.

Me encaramo con una facilidad pasmosa a una d las viejas columnas y me siento en su fuste sin capitel.

Con las piernas colgando cierro los ojos he intento concentrarme, si hay algo que no escape a los ojos de Manwe se podrá sentir en ese sitio.
Los vientos son poderosos en la cima. Y traen noticias para quien sabe escucharlos.

Tras comprobar que no hay nadie cerca, y envuelto en mi capa saco mi flauta.

Mi flauta, regalo de mi gran amigo Elenwe y de la dama Elenthil.
Es una vieja flauta de madera, nunca me dijo donde la consiguio, pero me he percatado que a veces, cuando la toco las brisas responden a sus melodias, no se si es algun encantamiento que tenga la flauta que no haya podido descubrir o simplemente por el afecto que les tengo a los que me la dieron, pero su musica me hace estar mas en sintonia con los vientos y la naturaleza.

Cierro los ojos y acerco mis labios a esos tubos de caña mientras soplo suavemente y la musica empieza a fluir.

Una silueta recortada frente a la luz de la luna, cualquiera que hubiese mirado en ese momento a la columna solo habria visto una extraña estatua que hablaba con voces del viento.

Las brisas se aremolinaron en mi torno y una hojas tras remolonear en algun punto a mi izquierda, volaron en dirección, el sur.

Quizas ese fuese el motivo por el que no pudiesemos encontrarlos… estaban llendo por las quebradas alejadas de los caminos.

De repente un grito.

Baje raudo y me dirigi a la zona donde estaban acechando los rufianes para descubrir un gran alboroto.
Estaban atacando un carromato y una niña chillaba en medio del caos.

Debia haber hecho algo con esos bandidos cuando los vi…

Me acerco por detrás y tras susurrar unas palabras la gracia de los valar hizo que cayeran dormidos todos.
Todos menos uno, una niña de unos 8 años lloraba pues habian herido a su tio que ahora descansaba placidamente con una mancha de sangre en el costado…

Me muestro a la niña e intento acercarme al hombre para ver como esta, mas esta me mira desafiante, unos ojos que no mostraban miedo, unos ojos demasiado profundos para una niña de su edad.

Mi vestimenta no difiere mucho de esas ropas oscuras que llevaban los bandidos asi que me bajo la capucha y la miro tranquilizador.

El humano esta perdiendo mucha sangre asi que tras demostrarle a la niña que no tiene que temer intento sanar las heridas del pobre hombre.
Una leve luz en mis manos, se estabiliza. Al menos aguantaremos hasta Bree.

Cogi las riendas del caballo y conduje la carreta hasta la seguridad de la aldea donde los deje a cargo de Mantecona.

Por desgracia, las noticias al valle tendrian que esperar, hay veces que el destino pone en tu camino cosas que no puedes dejar atrás, hay veces que es mejor simplemente sentir tus instintos.

En Bree me encontre con Hamanth que estaba siguiendo la pista tambien de los orcos,
quizas no estuviese tan mal este desvio despues de todo…