Tras un merecido descanso en Minas Tirith despues de la emboscada, Arold se encaminó hacia Osgiliath. Estaba intranquilo después de ese ataque; cierto es que la ribera este del Anduin es territorio enemigo, pero el grupo que le atacó en Ithilien era demasiado numeroso para tratarse de una ocasional patrulla...
Al llegar a la devastada ciudad, Arold puso rumbo al puente norte de la misma, y desde él escrutó la densa niebla que se arrastraba entre las ruinas. A su derecha creyó percibir a través de la niebla un rojizo destello, dirijió su mirada hacia lo que le había llamado la atención y le alegró descubrir que no era el único que había sentido el impulso de patrullar Osgiliath. Grunfoold estaba allí, como una estatua de adamantita pura, tenso pero sin mover un músculo, con el hacha y el escudo firmemente sujetos. Se dirijió hacia el enano y le saludo.
Apenas habían intercambiado unas pocas pañabras cuando algo en la brisa hizo que un escalofrío le recorriera la espalda a Arold. Grunfoold tambien lo había sentido. Los dos guerreros escrutaron la niebla con ansia... esperando ver en cualquier momento nutridas filas de orcos salir de entre la niebla.. pero nada pasó... Grunfoold debió de sentir algo más... empezó a rezar en una lengua que Arold no conocia, seguramente el Khuzdul, la lengua de los enanos... una onda expansiva pilló a Arold desprevenido mientras observaba a su hermano de armas y tropezó, cayendo al suelo pesadamente. Grunfoold intensificó sus cantos... Cubriendose con el escudo le dijo a Arold que se pusiera a su espalda, cosa que el jóven medioelfo se apresuró ha hacer... retrocedieron hasta llegar al puente, pero nada sucedió... sin embargo había una extraña presencia alli... quizá algún enviado del Enemigo para conseguir las esencias? Sabría ya el Enemigo quienes eran los prtectores de las sagradas sustancias?
Cuando se convencieron de que nada había ya allí... Grunfoold y Arold avanzaron por el puente sumergidos en la nibla hasta que toparon con un grupo de soldados orcos. Muchos cayeron, pero más llegaron reforzando la embestida enemiga a pesar de que aun no habian podido superar el muro formado por el enano y al medioelfo.
Grunfold gritó a Arold que fuera a buscar a la guardia, y Arold, sabedor de que solos nada podrían hacer si la intensidad del ataque continuaba, dió media vuelta y echó a correr a pesar de que le asqueaba dejar sólo a su amigo en el fragor de la batalla.
A pesar de que le ardían las piernas y los pulmones y de que sentia que el corazón se le iba a salir del pecho, Arlod no dejó de correr hasta llegar a la ciudadela. Una vez allí, por más que intentó alerter a la guardia, ésta no le quiso hacer caso ante la gravedad de la situación confiando en las patrullas externas para repeler el ataque... ilusos... su ineptitud le podía costar muy cara a Gondor... sin más dilación, el joven Arold se alejó rumbo a Osgiliath tras pedir por última vez que enviaran refuerzos al frente.
Silencio... nada se oía en la noche... la batalla había terminado para bien o para mal... y grunfoold? Arold no lo sabía, pero en vez de cruzar por el puente sur, en el que habían combatido a los orcos, se encaminó al puente norte con la idea de, si los orcos tenían al enano, cargar por su retaguardia. Un orco le descubrió, pero en vez de dar la alarma, corrió a la carga contra el guerrero de la luz. Ambos contrincantes intercambiaron duros lances, pero el medioelfo notaba la fatiga por la carrera de ida y el retorno a la ciudad, sin embargo, tras un par de minutos de intercambiar golpes, el orco yacía sin vida a sus pies.
Más ruidos de lucha. Arold avanzó y descubrió al enano rodeado de orcos. Al grito de "Elbereth" cargó sobre la retaguardia, matando al primer orco que se puso a su alcance. El grupo de orcos perdió fuelle y ambos guerreros acabaron con todos.
Los dos retrocedieron hasta el puente y aullidos desgarraron la negra noche. Grunfoold y su compañero afirmaron las piernas, hombro con hombro, esperando la llegada de los huargos. Uno de ellos llegó al puente y tras observarse las tres figuras unos instantes, el gran lobo aulló y se lanzó a la carga... iluso... cayó fulminado antes siquiera de poder intentar su ataque, presa del hacha del enano. Pero no había tiempo para cumplidos ni regocijo, pues más lobos llegaron, esta vez por docenas. Ambos guerreros frenaron la acometida en el puente, aprovechando la estrechez de éste para que no los rodearas. Pronto, una montaña de cadáveres yacía amontonada mientras el combate seguía desarrollándose sobre los inertes cuerpos. Finalmente, una treintena de Huargos de mordor yacian muertos en el puente, o flotando en el río al caer al agua.
Grunfoold y Arold procedieron a retirarse, al ver que la avanzadilla enemiga había sido rechazada. Afortunadamente nada más que era una avanzadilla... pues de haber sido un ataque en firme ambos guerreros habrían pasado a mejor vida y las esencias habrían caido en manos enemigas... pero obviamente la hora no les ha llegado aún a los dos portadores, a los dos guerreros escogidos por los valar para portar y proteger las esencias sagradas.