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 Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)

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nadril

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MensajeTema: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 10:59 pm

//Arold:

I. EL EXILIO DE AROLD

Muchas semanas habían quedado atrás, ¿semanas? Más bien meses… durante los últimos meses Arold se había dedicado a hacer lo que, probablemente, hacían ahora mismo los demás guardianes, huir, esconderse para mantener a salvo la esencia, para que el Enemigo no pudiera localizarlos. En su errante viaje sin final cierto, Arold había pasado por las Montañas Grises, había pasado varias semanas en las Nubladas, escondido hasta que la llegada del invierno lo obligó a salir de allí. Había seguido el fontegrís y había pasado varios días escondido a los pies de la cima de los vientos. De allí había ido al norte hasta fornost y de allí al lago Evendim, también llamado Nenuial, donde había permanecido un par de semanas, hasta que la falta de caza hizo a Arold visitar de nuevo El lugar que le vio nacer. Regresó a Bree, en busca de provisiones y también para tener al menos una noche de verdadero descanso en su huída interminable.
Bajó siguiendo el curso del Brandivino, desviándose al cierto tiempo hacia el Este para entrar en Bree a primeros de Marzo por la puerta norte, viniendo desde el bosque de Chet.
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 10:59 pm

//Arold:

II. EL VIEJO HOGAR Y UN NUEVO DESTINO

Era ya hora avanzada cuando Arold pasó cruzando las puertas de Bree, que fueron cerradas tras de él cómo se acostumbraba hacer en Bree al caer la noche. Fue al pony pisador como de costumbre pero lamentablemente esa noche todo estaba lleno, el buen y joven Cebadilla no tenía ninguna habitación para el medioelfo, antiguo residente en la ciudad, ni siquiera un habitación hobbit. Toda la posada estaba muy llena de enanos venidos de distintos lugares, al parecer iban a la comarca a preparar algo relacionado con una fiesta de alguien importante entre los hobbits… al menos hasta donde Arold pudo entender entre los hablares de un grupo de enanos. Arold apuró su cerveza y tras pagar y desear buenas noches al tabernero se fue hacia la puerta, fue cruzando el poblado y llegó a una casa de aspecto descuidado aunque bien conservada. Hacía mucho que Arold no entraba en esa casa, pero ahora la necesidad hacía que tuviera que entrar donde pensó una vez que no entraría más. Saco de los pliegues de su capa una vieja llave y la metió en la cerradura, la cual protestó al ser accionado el mecanismo de apertura tras tantos años de inactividad. Finalmente con un crujido la puerta se abrió permitiendo a Arold entrar en la casa en la que pasara su infancia, la casa en la que vivió y murió su padre, la cual si bien Arold no había permitido que fuera subastada ni vendida a nadie, se había prometido no usar más tras la muerte de su progenitor. Muchos Acontecimientos habían sucedido desde entonces y ahora la necesidad le hacía romper la promesa que se hiciera a si mismo tantos años atrás. Entró en el hall de la vieja casa y observó a su alrededor. El polvo y las telarañas cubrían todas las superficies, pero a parte de eso todo parecía en orden y tranquilo. Los muebles y los objetos que en ellos había seguían en los sitios donde los recordaba. Prendió algunas velas y, tras estudiar con detenimiento la chimenea, desistió de encenderla, pues sin duda estaría totalmente atascada y no quería ahumarse. A la luz de las velas, la nostalgia empezó a invadir al joven Arold. Observó algunos objetos que habían pertenecido a su padre, las ropas de su padre, ahora carcomidas por las polillas, aún estaban en los armarios, lo mismo que muchas de las ropas de cuando Arold era mas joven. Decidió dormir en la habitación de su padre, tras comprobar que su propia cama estaba plagada de chinches y ver que la de su padre permanecía en un estado aceptable. Abrió las ventanas de la casa para que se ventilara un poco y el viento que entró echó al suelo algunos papeles viejos que había sobre la mesa y también cayó al suelo uno que había sobre un armario, que no había alcanzado a ver desde abajo. Recogió los papeles del suelo y se quedó observando extrañado el papel de sobre el armario… era el sobre de una carta, pero lo que le llamaba la atención eran las letras que había en ella… caracteres élficos… en el remite ponía que había sido enviada por alguien llamado Calimehtar y había sido enviada desde los puertos grises. Abrió curioso el sobre, pero el interior estaba vacío. La carta que hubiera dentro no estaba.

Arold se recostó sobre la cama y, tras estornudar varias veces a consecuencia de la nube de polvo que levantó, se quedó estudiando el sobre con detenimiento. Los bordes estaban grabados con finos hilos de plata… una carta muy elaborada… y la tinta con la que se había escrito el remite así como el destinatario permanecía intacta, no se había estropeado ni borrado con el tiempo. Si bien Arold quedó ciertamente interesado en quién podría ser ese tal Calimehtar, Leyendo el origen de la carta a Arold se le ocurrió cuál podía ser el siguiente destino de su huida secreta: Los Puertos Grises.

A la mañana siguiente, Arold se hizo con algunas provisiones y partió rumbo al Oeste. Cruzó toda la Comarca por caminos ocultos, observando de vez en cuando alguna que otra carreta de enanos que se dirigía siempre hacia Hobbitton. Tras cruzar el país de los medianos, y las colinas lejanas, sintió algo que nunca antes había sentido. Un viento fresco le comenzó a soplar en la cara y en el aire había un olor salobre que nunca había olido pero que sabía qué era por las descripciones que otros le habían hecho. Subió una última loma escarpada y al llegar arriba lo vio, el mar infinito. Resultaría difícil describir con precisión el efecto que esta visión causó en su corazón, pero si sería correcto decir que en ese momento, sobre esa loma, las dos mitades de Arold comenzaron a batallar. Su mitad élfica le empujaba a desear cruzar el mar a las tierras de más allá… donde sabía que los Valar moraban, pero entonces miró atrás y vió las tierras donde había vivido, sus numerosos amigos que había conocido, los lugares visitados… y en ese momento algo quedó grabado en Arold… si había de decidir… él decidiría quedarse en la Tierra Media, el hogar que le había visto nacer y crecer.

Tras un lapso de tiempo indeterminado, finalmente Arold bajó la loma en dirección a los puertos de los elfos, que ahora eran visibles en la lejanía. En el viaje Arold se había desviado ligeramente hacia el sur, y ahora caminaba siguiendo la costa del golfo de Lhûn hacia el norte, dejando a su derecha y atrás las colinas lejanas y a su espalda, lejanas en el horizonte, las montañas azules, moradas de los enanos. Finalmente, aproximadamente a la hora del mediodía, Arold llegó a los puertos grises. En diversos muelles, Navíos blancos y de aspecto realmente hermoso, se mecían suavemente con el oleaje. En diques secos, había también algunos navíos en proceso de construcción, cuyo esqueleto quedaba al descubierto como si de un ser al que le habían quitado la piel y los músculos se tratara. Conforme avanzaba, Arold se percataba de que los elfos que allí había le miraban como si le conocieran, y al mismo tiempo miraban sus ropas sorprendidos, cómo si les extrañara verle con esas ropas gastadas por los largos viajes a la intemperie. Aún se preguntaba Arold el por qué de estas miradas cuando el mirar al frente, saliendo de una vivienda hermosa, vio algo que hizo que su corazón se detuviera por un segundo… allí, a apenas dos o tres docenas de pies de él, había un elfo que era exactamente igual que él…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:00 pm

//Arold:

III. CALIMEHTAR SE REVELA

Arold observó boquiabierto al elfo que poseía sus mismos ojos, pelo, nariz y, en definitiva, su mismo rostro. Entonces el elfo lo vio, y el asombro asomó también a su rostro, si bien ese asombro no tardó en endurecerse, pasando a convertirse en una mirada de desaprobación, como quien ve a alguien a quien preferiría no haber visto, o como alguien que se encuentra con un huésped al que no puede echar pero al que tampoco quiere recibir. El elfo se le acerco y en la lengua élfica habló:

- Parece que al final los hados te han traído a mi hogar, Arold hijo de Súrion y de Elethwen y más hombre que elfo desde tu infancia – y estas últimas palabras las dijo el elfo con evidente desaprobación.
Arold tardó unos segundos en responder, pues tal era el estupor al ver que el elfo parecía conocer quién era. – Pero… ¿cómo sabéis mi nombre? Y vuestro aspecto… es igual que el mío…

- Realmente, no lo sabías ¿no?- Dijo el elfo – Yo soy, como ya sospechas sin duda, tu hermano gemelo, Calimehtar, también hijo de Súrion y de Elethwen. Hermano mayor tuyo por siete minutos.

Arold sentía que el corazón le iba a fallar… ¿tenía un hermano? Como un torrente, preguntas comenzaron a brotar en su mente.

-Ven Arold – se anticipó Calimehtar – Muchas son las preguntas que debes tener… y en verdad tienes derecho a que sean respondidas. Hoy te hospedarás en mi casa, pues inadecuado sería por mi parte no dar cobijo a mi propio hermano, pero antes he de realizar algunos quehaceres… si quieres da una vuelta por los puertos, me reuniré contigo al caer la tarde aquí, en este mismo lugar.

Durante ese tiempo Arold esperó, paseando por las playas, dejando sentir el agua del mar resbalar entre los dedos de sus pies descalzos. Oyó un sonido en lo alto y miró al cielo, allí arriba revoloteaban unas aves que nunca había visto, eran blancas y numerosas… ¿cuántas cosas nuevas descubriría aquel día?
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:00 pm

//Arold:

IV. MUCHAS PREGUNTAS

Finalmente Llegó la hora acordada y ambos se reunieron y marcharon en dirección a la casa de Calimehtar.
Al entrar en el hogar, a Arold le invadió un profundo perfume a flores que desconocía. Entonces Calimehtar llamó en voz alta:

- Ailiniel, amada mía, ya estoy de vuelta.

Una hermosa elfa de cabellos negros y ojos grises y profundos como el mar salió de una de las habitaciones, presumiblemente la cocina.

- Calimehtar, amado mío… - se le cortó la frase a medio decir al ver a Arold.
- Ailiniel, te presento a Arold, mi hermano – dijo Calimehtar sin mucho entusiasmo – que ha venido desde lejos y que hasta ahora desconocía de mi existencia.
- Arold… así que finalmente los Valar han querido que descubrieses la existencia de tu hermano. Bienvenido a esta casa, Arold. ¡Bendita la hora en la que por fin os habéis encontrado! – Y esto pareció no gustarle demasiado a Calimehtar
- Es un honor visitar esta casa y conoceros, Ailiniel – Respondió con sinceridad Arold – Y grata me es a mi también esta hora de encuentro con mi hermano.
- Bueno – cortó Calimethar – será mejor que te cambies esas ropas Arold, allí encontraras un lugar en el que asearte de tu largo viaje, y para cuando salgas, tendrás unas ropas para cambiarte esas desgastadas y sucias ropas de viaje.

Tras haberse lavado de la pesadumbre del viaje, Arold encontró al salir unos ropajes elegantes, de color gris claro, blanco y plata, como el mar en la hora antes de salir el sol. Cuando fue al comedor, la mesa estaba servida y Calimehtar y Ailiniel le esperaban.
Deliciosa fue en verdad esa comida, y si bien Ailiniel habló bastante con Arold preguntándole acerca de su vida y de sus viajes, durante toda la cena Calimehtar permaneció callado. Tras terminar los tres de comer, Ailinel se disculpó y fue a preparar el aposento para Arold y sólo entonces Calimehtar habló por fin, tras quedarse sólo con Arold:
- Bien… supongo que muchas son tus preguntas… hazlas Arold, y te responderé lo mejor que pueda.
Arold titubeó un momento y luego preguntó
- Bueno, lo cierto es… que esto es desconcertante para mi… pero más desconcertante es que conozcáis mi nombre los dos… ¿cómo puede ser esto?
- Veras Arold, si bien es cierto que tú nada sabías de mi existencia, yo sí sabía de la tuya desde hace muchos años a decir verdad… es más, te he estado observando, aunque tú nada percibieras. Mientras viviste con Súrion nuestro padre en Bree, y También cuando estabas en Rivendel, conociendo tu cultura materna, incluso conozco los nombres de algunos de tus compañeros, como Grunfoold, el enano, quien a mi juicio ha sido quien más a influido en tu caída…
- ¿Caída?
- Así es… no te voy a mentir Arold… me ha decepcionado mucho en verdad la vida que has escogido vivir… tú, uno que debería haber estado viviendo como los primeros nacidos… mezclado con las gentes mortales y viviendo como si fueras uno de ellos, olvidando la sangre élfica que corre por tus venas. Esa es en gran medida una de las razones por las que no me puse en contacto contigo tras morir nuestro padre.
Arold se quedó pensativo unos instantes, y luego preguntó:
- Dime Calimehtar, ¿por qué nunca he sabido de tu existencia? ¿por qué nuestro padre nunca me habló de ti?
Calimehtar suspiró – Ah… esa es una larga historia en verdad… lo cierto es que cuando nuestra madre fue asesinada, nuestro padre no volvió a Bree, como tu pensabas, sino que siguió herido hasta Rivendel, llevando consigo no uno, sino dos bebés, gemelos. Una vez llegó a Rivendel con los dos bebés y con el cadáver de nuestra madre, se repuso de sus heridas y quiso regresar a Bree, pero cojo como había quedado y con dos hijos, al parecer temió no poder mantenernos a los dos, asi que tuvo que decidir dejar a uno de sus hijos al cuidado de los elfos… a mi. Podría haberle guardado rencor por ello, pero para serte sincero, agradezco haberme quedado en las moradas de los elfos.
- ¿Y por qué nunca me hablaron de ti?
- Porque a nuestro padre le dolía en el corazón haber dejado a uno de sus hijos, y le avergonzaba, por eso nunca regresó a Rivendel y no por su cojera ni tampoco por miedo del viaje. Y por eso nunca te lo dijo en vida, pues le avergonzaba lo que podrías pensar tú. Sin embargo, desde que era pequeño, me dijeron la verdad y en verdad nos escribíamos de vez en cuando… él se interesaba por mí y por cómo iba creciendo.
- Pero si te quedaste en Rivendel, ¿cómo es que acabaste aquí en los puertos?

En este punto Calimehtar sí pareció dolido mientras respondía – La culpa la tienes tú Arold… si bien no podías saberlo, lo admito. El caso es que cuando tú escapaste de casa de padre para ir a Rivendel, él no podía seguirte, pero mandó un mensaje a Rivendel que, gracias a que no conocías el camino, llegó antes que tú. En el mensaje nuestro padre me avisó de lo que hacías tú y me rogó que abandonara Rivendel para que no lo descubrieras. Así yo tuve que abandonar mi hogar para que tú pudieras venir a tu antojo –dijo Calimehtar con el rostro ahora endurecido- Aún alcancé a verte cuando me sacaban de Rivendel en dirección a los puertos, cuando llegabas andrajoso y sucio del viaje. Aunque una cosa es cierta –y sonrió levemente pero no a Arold, sino para si mismo – Gracias a ello conocí a Ailiniel, luz de mi corazón.
En cuanto a los elfos de Rivendel, no dijeron nunca nada por petición de Elrond, quién al parecer advirtió algo en nosotros que nunca ha revelado y eso es hoy un misterio para mí.

En este punto entró Ailiniel de nuevo en la estancia.

- Los aposentos de Arold están preparados mi señor.
- Gracias Ailiniel- Bien Arold… cómo dije, hoy eres huésped en mi casa, pero pronto habrás de partir de aquí, pues si bien no puedo negarme a ayudarte, lo cierto es que no te tengo ningún afecto como hermano y si tal vez éstas sean duras palabras, no menos dura ha sido la vida que tu existencia y tu impaciencia me han hecho tener que llevar. Ahora si lo deseas puedes irte a descansar del viaje.

En este punto Calimehtar se levantó y se retiró de la sala tras besar en la mejilla a Ailiniel.

La elfa acompañó a Arold hasta su habitación y tras desearle buenas noches le dijo:

- No te preocupes Arold, se que amas a tu hermano y que deseas su amistad. Sólo dale tiempo, pues sin quererlo tú, has sido en parte causa de algunas de sus desgracias, si bien también de alguna de sus dichas. Pronto descubrirá cuánto te aprecia, a pesar de que hayas elegido una vida mortal. Y ahora, que descanses. – Y cerrando la puerta tras de sí, dejó a Arold sumido en sus pensamientos y preocupaciones a los que ahora se añadía un hermano que no le apreciaba…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:00 pm

//Arold:

V. EL ENEMIGO ENCUENTRA SU OBJETIVO

Los días pasaron, y Arold permaneció en casa de su hermano. Sabía que debía partir, pero se resistía, en parte por las palabras de Ailiniel. Deseaba fervientemente poder mejorar la relación con su hermano, pero después de muchos días éste no cambiaba su trato con Arold. Sin embargo, Ailiniel si hablaba mucho con Arold, y cada vez que los dos hermanos discutían, lo que era muy a menudo, ella intervenía para poner paz entre ellos.
Una mañana, mientras Calimehtar estaba ocupado en sus labores en los puertos, Ailiniel y Arold salieron para que ella le mostrara los alrededores. Hermosas eran las cosas que allí podían verse y en verdad Arold hubiera sido feliz de haberse podido quedar a vivir allí, de no ser por los sentimientos de su hermano. Sin embargo, El medioelfo se había descuidado demasiado durante demasiado tiempo, y mientras regresaban ya a la ciudad, Arold percibió unos movimientos en lo alto de una loma, a quizá apenas un cuarto de milla a su derecha. Observó fijamente y allí, en lo alto, recortada contra el cielo, creyó ver varias figuras vestidas de negro. El corazón le dio un vuelco a Arold, que entendió ahora que al permanecer tanto tiempo allí no sólo ponía en peligro la esencia, sino también las vidas de Ailiniel y de su hermano.
Con un creciente temor, Arold agarró de la mano a Ailiniel y le dijo que corriera.
- ¡Ay Ailiniel, he pasado demasiado tiempo aquí y el enemigo me ha encontrado, os he puesto en peligro! –dijo Arold mientras echaban a correr rápidamente de regreso.

Rápido la llevó Arold de vuelta a la ciudad y entonces algo terrible ocurrió, pues al entrar en la casa, Calimehtar había llegado pronto y los vio entrar cogidos de la mano y esto le llevó a una rápida y nefasta suposición, pues temió que Arold le estuviera robando el corazón de Ailiniel, si bien en ningún momento éste pensamiento había pasado por la mente de Arold. Así, la reacción de Calimehtar fue la cólera cuando debía haber sido la prudencia:

- No me lo puedo creer… ¿no te bastó con echarme del que fue mi hogar ni con despreciar tu linaje elfito escogiendo una vida mortal? ¿es que además tienes que pretender robarme también al amor de mi vida? – el rostro de Calimehtar rebosaba ira, y de haber tenido una espada a mano probablemente habría recurrido a ella en el furor de su ciega emoción.
- Hermano… yo no…
- ¡Calla! – cortó Calimehtar – no te permito que hables más, ¡fuera de mi casa! Recoge tus cosas, márchate y no regreses nunca más, ¿me has oído?

Inútil habría sido para Arold intentar dialogar con su hermano, de eso estaba seguro, y por otra parte, hablarle de sus perseguidores podría implicar hablarle de la esencia y no quería ponerles aún más en peligro conociendo esa información, así pues Arold no dijo nada, recogió rápidamente sus cosas y partió, con el corazón dolido por la falsa impresión de su hermano pero sin poder hacer nada por cambiarla.

Sin embargo, después de partir Arold y de que la ira se le apagara un poco a Calimehtar, Ailiniel fue a hablar con él y le dijo:

- Mi señor y mi amado, ¿por qué se ha afligido tu corazón en este pensamiento? Tu hermano y yo nunca hemos profesado el uno por el otro ningún amor que no fuera el de la amistad. En verdad has hablado con liviandad a tu hermano… pues debes saber que si vinimos hasta aquí cogidos de la mano fue porque Arold divisó a varias personas cerca de la ciudad y temió que sus enemigos le hubieran dado alcance, de manera que no lo hizo sino para protegerme a mi.
- Ya es tarde Ailiniel, si se ha marchado, además, es porque debía de tener algún remordimiento en la conciencia. – Dijo Calimehtar que aún estaba confundido por la cólera reciente.
- Ciego esta el entendimiento de mi señor si cree que Arold se ha ido por tener malos pensamientos – dijo Ailiniel ahora enfadada - ¿no os dais cuenta de que si se ha marchado sin decir nada es precisamente para no poneros en peligro? Cree que marchándose nos dejará a salvo de sus perseguidores.
- Y seguramente así será –dijo duramente Calimehtar – de cualquier forma, si Arold huye de alguien es probablemente porque algo habrá hecho para ser buscado.
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:01 pm

//Arold:

Éstas palabras habló sin meditarlas antes Calimehtar y luego en verdad se arrepintió de ellas, pues tras oír estas palabras, Ailiniel se retiró, pero si bien Calimehtar pensaba que estaba en los aposentos, ella había salido secretamente con la intención de dar alcance a Arold para que regresara, pues temía que yendo sólo, sus perseguidores pudieran abartirle y quiso convencerle para que se quedara y obtuviera la ayuda de los elfos de los puertos.
Sin embargo Arold partió deprisa, aunque muy secretamente, y estaba ya lejos de la ciudad cuando la esposa de su hermano partió en su búsqueda. Y ocurrió que los enviados de Mordor cayeron sobre ella cuando estaba ya lejos de la ciudad, y se la llevaron prisionera, pensando obligar a Arold a entragarles la esencia, pues nada sabían de que Arold tuviera un hermano gemelo y también habían pensado, al verles desde lo alto de la loma, que ambos eran amantes. Además de esto, no habían advertido la salida de Arold, pues de lo contrario ya habrían caído sobre él. Sin embargo ya era tarde cuando atraparon a Ailiniel y ella llevaba una lámpara para poder ver bien en la oscuridad, pues la luna nueva había pasado hacía pocas noches, y la lámpara cayó al suelo prendiendo unos arbustos que pronto se convirtieron en un fuego alto y vivo, si bien no se extendió demasiado. Así fue que Arold, volviendo la vista atrás para echar un último vistazo al mar, vio a lo lejos la hoguera y sintiendo de repente temor en su corazón, regresó rápido, temiendo lo peor.

Ahora bien, cuando Calimehtar descubrió que Ailiniel había partido, resolvió ir tras ella y , temiendo que los perseguidores de Arold pudieran estar al acecho, se armó con las armas ancestrales de su familia, poniéndose la cota de escamas, el yelmo y tomando la espada y el escudo que usara el abuelo de Elethwen largo tiempo atrás, cuando combatió en los tiempos de la última alianza y que siendo Arold y Calimehtar los únicos herederos habían pasado a Calimehtar por ser él quien se criara como un elfo.

Y ocurrió que los dos hermanos llegaron al mismo tiempo al lugar en que Ailiniel había sido raptada, y viéndose y viendo el caballo asesinado de Ailiniel, los dos supieron que Ailiniel había ido tras Arold para hacerle volver y que seguramente ahora estaba retenida por los enviados de Mordor.
Grande fue en verdad la tristeza de Arold, pero Calimehtar reaccionó en su amargura con odio contra Arold y le echó la culpa diciendo:
- En verdad si nunca hubieras venido aquí nada de esto hubiera acontecido.
Pero Arold, decidido a remendar su error respondió lo siguiente:
- Ay hermano mío, en verdad ojalá nunca hubiera venido aquí, pero ahora nada puedo hacer para remendarlo salvo esto – y juró Arold diciendo – Si por la vida o la muerte puedo ayudarte a rescatar a Ailiniel, vive Ilúvatar que así lo haré
- Sea –dijo Calimehtar sabiendo que necesitaría ayuda para rescatar a su amada – arregla ahora tu afrenta ayudándome a dar caza a los captores de Ailiniel

Y así aconteció que los dos hermanos partieron juntos en persecución de aquellos que habían venido de Mordor sin otro objetivo que el de matar, hurtar y destruir cuanto fuera necesario para encontrar la esencia…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:01 pm

//Arold:

VI. LA CACERIA

El sol salía en el horizonte, Arold se levantó del duro suelo y se estiró desperezándose. Calimehtar estaba de pié… hacía muchos días que no dormía, pero… bueno… ¿quién podría dormir en su situación? Hacía ya ocho días desde que descubrieran las huellas del secuestro de Ailiniel. Ese día ambos decidieron regresar a la ciudad y coger los caballos de Calimehtar, pues las huellas revelaban que los enviados de Mordor iban a caballo por lo que jamás los alcanzarían a pié.
Desde que partieran, poco a poco parecía que habían ido ganando terreno a sus enemigos, pero ciertamente les habían sacado bastante ventaja, por lo que era una tarea tediosa, y si bien ninguno de los dos podía dormir bien (ni en verdad lo necesitaban pues después de todo eran elfos, que aguantan muchos días sin descansar como los hombres) lo cierto es que los caballos necesitaban descansar de vez en cuando de la dura cabalgata a la que los sometían. Durante ese tiempo Arold empezó a trabar una profunda amistad con el caballo que Calimehtar le había prestado, un ejemplar en la plenitud de su vitalidad, de pelaje negro azabache que brillaba al reflejarse la luz en él.
Ni siquiera tenían provisiones por empacar, pues el pan de los elfos era lo que les sostenía en la persecución, así que un día mas se dispusieron a cabalgar infatigables tras sus enemigos. Calimehtar apenas si hablaba, salvo para hacer algún comentario respecto al rumbo de sus perseguidores. El hermano de Arold parecía haber aguantado hasta ahora su ira al menos hasta haber rescatado a su amada.
Miró hacia el cielo observando las nubes pasar lentamente a medida que la tarde se desvanecía. El viaje les había llevado lejos y Arold veía ahora el final de la cordillera de las Colinas de Evendim no demasiado lejos a su derecha y delante, quizá a media jornada. En ese momento ambos jinetes se detuvieron, como si se hubieran puesto de acuerdo sin hablar. Delante, no muy lejos, oían claramente el sonido de un caballo al galope, detrás de un recodo en las rocas. Ambos se colocaron a los lados de la que era la única ruta posible por la que podía aparecer el jinete, con los arcos preparados. Un jinete apareció tras las rocas cabalgando velozmente desde el norte. Iba todo vestido de negro y encapuchado. Calimehtar entonces salió al encuentro del jinete gritando “¡¡Alto!!”
El jinete paró en seco, sorprendido, y al ver las caras a Arold y Calimehtar pareció palidecer y dio media vuelta con la intención de huír por donde había venido; en ese momento sonó un chasquido y el jinete negro cayó de su montura, con una flecha clavada en su hombro. Al caer, el jinete se golpeó la espalda duramente contra las rocas y quedó tendido en una comprometida postura. Calimehtar guardó su arco y se acercó con Arold al caído, que aún estaba consciente y que a pesar de su situación miró desde el suelo con malicia a los dos gemelos.

- ¿Dos iguales?...
Ambos hermanos se miraron un momento sorprendidos, pues parecía ser que los asesinos de Mordor no conocían la existencia de Calimehtar, lo que podía ser una ventaja sobre ellos.
- Así que perteneces al grupo que me persigue desde hace meses… - preguntó Arold.
El hombre sonrió con maldad – Muy inteligente, e imagino que tú eres el que guarda la esencia – al oir esto Calimehtar pareció confuso, pues Arold no le había hablado de la esencia, ni siquiera después de ser secuestrada Ailiniel. – Tengo un mensaje para ti, elfo. – el hombre hizo una leve mueca de dolor.
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:01 pm

//Arold:

- Habla – dijo secamente Arold.
- Menegroth, siervo de Sauron el grande, me enviaba a decirte que tiene a la elfa retenida en lugar seguro y que si quieres volver a verla debes entregarle la esencia que guardas.
- ¿Cómo me habéis encontrado?
- Ja!, Mordor no da explicaciones, elfo!!!
- ¿Dónde está Ailiniel, escoria? –Dijo con rabia Calimehtar.
- Nunca os lo diré – dijo desafiante el hombre tendido en el suelo – aunque me matéis no os diré nada!
Entonces Arold mudó el rostro, y en verdad una profunda ira parecía residir en él, pero sus palabras sonaron con frialdad cuando dijo:
- No, no es que te mataremos si no hablas… te dejaremos vivo. ¿o ignoras que te has roto la espalda al caer de tu montura?
El hombre se puso pálido
- No haríais eso… - dijo con miedo repentino
- Dinos dónde se esconden tus compinches y te mataremos rápida e indoloramente… de lo contrario… bueno… siempre me he preguntado que te devora antes en esta región… los lobos? O las hormigas?
El hombre se quedo callado un momento y finalmente señaló al nordeste – Por allí… a unas quince millas… justo donde se acaba la cordillera… entre las rocas hay una planicie que da al norte…
- Y cuántos hombres hay en total?
- Hay siete hombres más además de Menegroth…
- Bien. –Arold suspiró – Has contestado a nuestras preguntas…y más te vale haber dicho la verdad... dime… puedes mover los brazos?
- Tras intentarlo con éxito, el hombre asintió
- Entonces dejaré que te mates tú mismo… ten – y le dejó una daga a unos pocos pasos – sólo tienes que arrastrarte hasta ella y podrás acabar con tu sufrimiento.

Sin más palabras, los dos medioelfos se alejaron en los caballos.

Un rato después, habiendo seguido las indicaciones, llegaron cerca del escondite, por lo que dejaron los caballos y se adelantaron sigilosamente. Escondidos entre matorrales divisaron el campamento. Tres tiendas se hallaban en el centro de la planicie, que estaba rodeada por bosque en tres de sus lados, siendo el cuarto un barranco que daba al norte, dando una amplia vista de las tierras más allá de la cordillera. En el centro de la planicie había tres grandes tiendas, y había un par de hombres vigilando ineficazmente los alrededores. A la entrada de una de las tiendas entró un hombre con una hogaza de pan y agua y salió enseguida con las manos vacías, por lo que dedujeron que Ailiniel se encontraría en esa tienda, cuya entrada estaba custodiada por un guarda.

Tras regresar donde los caballos a preparar su acción, Arold miró a Calimehtar y dijo:
- hermano… tengo una idea… escucha. Yo entraré en el claro desde el oeste, dejándome ver para que salgan los hombres. Los entretendré y mientras tanto, tú vé por detrás, por el este, y ve a la tienda de Ailiniel y llévatela.
- Pero… tú sólo contra ellos? –respondió Calimehtar, y en verdad pareció preocupado por Arold por primera vez desde que Arold lo viera en los Puertos Grises.
- Si… es necesario… no podemos arriesgar la vida de Ailiniel.. ni yo puedo permitirme que inocentes sufran por mi carga –respondió arold solemnemente – Ahora, será mejor que vayas saliendo… yo entraré dentro de diez minutos… eso te dará tiempo para ir dando la vuelta sin ser visto.
Calimehtar pareció querer decir algo, pero finalmente se reprimió y partió.

Tras los diez minutos, Arold se levantó y avanzó decidido, poniendo un pié fuera de la cobertura del bosque, andando hacia su destino que, con muchas probabilidades, podía ser la muerte…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:02 pm

//Arold:

VII. MENEGROTH, EL ASESINO

- ¡Alto! –gritó uno de los guardias mientras le apuntaba con una ballesta.
Al tiempo, de un de las tiendas salieron otros cuatro hombres que semirodearon a Arold junto con el otro guardia, espadas en alto dirigidas al torso del medio elfo.

De la tienda del centro, la más espaciosa y ostentosa, salió una figura alta, si bien no lo suficientemente alta como un elfo, pero más alta que muchos hombres. Iba vestido de cuero negro, con grabas y brazales de metal rojo brillante y el hombro izquierdo protegido por una amplia hombrera también de el extraño metal rojo sangre.
El hombre sonreía maliciosamente, con una cruel satisfacción grabada en su rostro mientras se acercaba al semicírculo de hombres que rodeaba a Arold.

- Vaya, vaya… ¿qué tenemos aquí? – dijo con una voz venenosa y cruel – Parece que el guardián viene a mí, si bien antes de lo que pensé, lo admito. Imagino que te cruzaste con el hombre que envié a darte el mensaje… bien… no importa, así me ahorras tiempo.
Arold miró sin amedrentarse al hombre alto y le preguntó - ¿Quién eres tú?
- Puedes llamarme Menegroth… soy… como decirlo –mostró los dientes en una cruel mueca que podría haberse tomado por un amago de sonrisa- uno de los cazadores personales del gran Sauron… si, eso me describiría bastante bien –la arrogancia se hacía notablemente presente en el hablar de Menegroth.
Arold sabía que debía ganar tiempo así que preguntó:
- ¿Cómo me habéis encontrado? ¿Cómo supisteis que yo era un guardián?
- Un momento – dijo Menegroth – Antes de eso… yo me he presentado… podría tener el honor de conocer el nombre de mi… presa antes de continuar esta charla?
Arold dudó un momento, pero respondió – Soy Arold Antharion... el placer es todo tuyo- respondió intentando enfurecer a Menegroth, que pareció no inmutarse, convencido de sí mismo.
- Bien… ahora que las presentaciones están hechas podemos continuar… ¿Cómo te encontré? Supongo que no te puedo negar tu último deseo… lo cierto es que tu armadura, medioelfo, te delata con bastante facilidad… he de admitir que no hay muchas armaduras como ésa… así que dimos con tu pista rápido, era cuestión de preguntar por alguien con una armadura roja y dorada con runas enanas grabadas… después de eso sólo fue cosa de seguirte el rastro que ibas dejando en las tierras salvajes… y en cuanto a cómo sabe Mordor que tú eres un guardas una de las… esencias… bueno… ¿realmente pensabas que podías internarte en tierras del enemigo y pasar inadvertido a su vigilancia? En verdad fuiste visto por sus mascotas cuando encontraste la esencia, pero desgraciadamente en ese momento no había siervos cerca para impedirte marcharte con ella… la esencia de la tierra… sí… mi señor sabe mucho acerca de las esencias, joven medioelfo…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:02 pm

//Arold:

Mientras Menegroth hablaba auto complacido de cómo sabían de Arold y de cómo pe persiguió hasta dar con él, Arold estaba atento a la escena que se desarrollaba detrás de sus enemigos, pues sólo un hombre había quedado vigilando la tienda de Ailiniel mientras los demás iban al encuentro del semielfo y ahora Calimehtar avanzaba sigiloso detrás del guardia. Menegroth siguió hablando, centrado en sí mismo, presumiendo de sus virtudes como rastreador para Mordor. Calimehtar degolló al guardia tapándole la boca, sin hacer ruido alguno, y se metió con el cuerpo en la tienda de Ailiniel.
Arold, que veía desde su posición la escena, esperó hasta que salió su hermano con la elfa y una vez salieron del círculo de la planicie y quedaron a cubierto tras los árboles, decidió poner fin al monólogo del numenóreano negro, pues así se había revelado a sí mismo en su cháchara.

- Ya basta, Menegroth, acabemos con esto de una vez…

El Asesino calló y observó, medio divertido a Arold- ¿sabes? Antes de matarte… creo que quiero ver de qué pasta estás hecho… -rió entre dientes y tras un breve lapso de tiempo ordenó a sus guardias diciendo – bien… si alguno de vosotros mata al medioelfo, pagaré el sueldo de tres meses.- y se quedó observando la escena de brazos cruzados.

Los guardas obedecieron y se cerraron en torno a Arold, que alzo espada y escudo en posición defensiva.
El primero de los hombres en atacar trató de herirle con un tajo vertical descendente de su espada, pero Arold lo esquivó con facilidad, dirigiendo una estocada al tiempo que se apartaba hacia la izquierda al cuello del contrincante, que cayó de rodillas, agarrándose el cuello sangrante mientras un gorgoteo ininteligible salía de su boca mientras se le escapaba la vida.
Los demás hombres se lo tomaron con mas prudencia y fueron atacando de manera conjunta a Arold, quién hábilmente desviaba los golpes con la espada y el escudo o los esquivaba con rapidez. Poco a poco las tornas se fueron poniendo de cara al medioelfo, que aprovechó cada hueco que encontró y fue abatiendo a sus contrincantes poco a poco, hasta que sólo quedó uno en pié. Éste último, asustado, retrocedió reacio a terminar el combate, pero cuando dio unos pocos pasos atrás, se detuvo de repente. Un sonido siseante resonó en la alta planicie y del pecho del mercenario salió la punta negra de una espada, manchada de sangre. La espada se retiró, cayendo el mortalmente herido hombre y revelando tras el a un sonriente Menegroth.

- Mercenarios a sueldo – chascó la lengua – no son gran cosa, pero me han permitido ver tu manera de combatir… y puedo decirte que no tienes posibilidad alguna contra mí, joven. Entrégame la esencia y te prometo matarte de forma rápida…
Arold sonrió, desafiante, y respondió – Ven a buscarla.

Una risotada obtuvo el guardián por respuesta- Como desees – Dijo Menegroth con una burlesca reverencia.

El asesino se precipitó en un ataque rápido como un relámpago, saltando hacia delante con la agilidad de una pantera y Arold por poco sucumbió al ataque, pero afortunadamente logró desviarlo en el último instante con su espada, quedando su mano temblorosa ante la ferocidad del ataque. Retrocedió dos pasos atrás al tiempo que en su mente se decía “Arold… parece que acabas de morder un bocado más grande de lo que puedes tragar”…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:02 pm

//Arold:

VIII. EL VALOR DEL SACRIFICIO

Las estocadas y los mandobles se sucedían a una velocidad vertiginosa, pero todos provenían de uno sólo de los combatientes: Menegroth. Arold centraba toda su destreza y sus esfuerzos en evitar los ataques de su enemigo, y en verdad esto le exigía la máxima concentración y esfuerzo. La opción de atacar para Arold resultaba, sencillamente, imposible ante la superioridad marcial de su contrincante.

Mientras pasaban los segundos y los minutos interminables, Arold había llegado a la determinación de que iba a morir, pero quería aguantar cuanto fuera posible para que su hermano y Ailiniel pudieran escapar lo más lejos posible antes de que Menegroth se diera cuenta de la huida de su prisionera.

Poco a poco, las fuerzas iban agotando al medioelfo, que en más de una ocasión salvó el golpe por escasos milímetros. Su frente, dentro del yelmo, era una película de sudor, que amenazaba con enceguecerle al entrar en sus ojos, y sus brazos, cada vez más pesados, le ardían inmisericordemente mientras su enemigo parecía disfrutar tratando de abatir a un enemigo que no era rival para él.

En un momento dado, Arold, al saltar hacia atrás para evitar un tajo horizontal, tropezó con una roca, cayendo de espaldas. En ese momento, Menegroth acercó la punta de su negra hoja a escasos centímetros de la garganta de su contrincante postrado en el suelo y en ese momento se detuvo, disfrutando de la situación. Una sonrisa malévola se dibujó en su rostro.

- Tal y como te dije, medioelfo, no eres rival para mi superior habilidad. Si tienes alguna oración, hazla rápido –rió Menegroth mientras echaba atrás su arma tomando el impulso para dar el golpe de gracia a Arold.

En ese momento, una sombra plateada se echó sobre el asesino, que reaccionó velozmente ante la nueva amenaza. Hubo un entrechocar de metales y un fuego azul surgió de la colision de dos hojas, la de Menegroth y la de Calimehtar. Arold intentó levantarse contra su enemigo, pero éste le dio un puntapié en el yelmo dejándolo aturdido y jadeante en el suelo mientras con su espada hacía retroceder momentáneamente a Calimehtar.

- ¿Cómo? ¿Dos iguales? – Por primera vez, Menegroth se mostró sorprendido, pero eso duró poco – Asi que Tienes un hermano ¿eh Arold? Bueno… no importa… pronto yacerá junto a ti
- No hables demasiado pronto, vil siervo de la oscuridad – Respondió Calimehtar

Arold observó cómo su hermano se batía con Menegroth mientras intentaba desesperadamente recuperar el aliento para poder ayudarle. Calimehtar demostraba una destreza superior a la de su hermano, pero aún así, Menegroth seguía siendo superior a la del otro hijo de Súrion. Menegroth esquivaba eficazmente los rápidos ataques del elfo vestido de plateado, mientras sus propios ataques le ponían en apuros. En una brecha en las defensas del elfo, el asesino le inflingió un tajo en el muslo izquierdo.
Limitado por su herida, Calimehtar comenzó a luchar a la defensiva, como hiciera Arold hace unos momentos.
Finalmente, en un lance la espada de Calimethar cayó al suelo tras una maniobra de Menegroth, y éste alzó su espada para acabar con la vida del elfo, pero entonces fue la espada de Arold la que se le interpuso en la trayectoria, deteniendo el golpe a escasos centímetros de su objetivo.

- Arg… resultáis irritantes –dijo Menegroth – ¡Es hora de que termine lo empezado! – y dirigió un poderoso golpe lateral al cuello del medioelfo, que con su espada lo desvió lo justo, pero el golpe incidió sobre el yelmo, de refilón, y Arold sintió cómo sus pies se elevaban del suelo mientras él caía hacia atrás y su yelmo salía despedido por la brutalidad del golpe.
Una película roja oscureció la visión del ojo derecho de Arold al manar la sangre del corte en su ceja y frente y por un momento todo se movió a cámara lenta.
Vio cómo en el momento de caer él al suelo, su hermano, que había recuperado la espada atacaba con ferocidad al hombre de mordor, que en el último momento saltó atrás para evitar el mortal ataque. Un hilillo rojo se dibujó en la camisa del asesino, al que la espada había rozado en el pecho. En ese momento Menegroth se mostró por primera vez furioso y atacó con furia mientras gritaba algo que Arold no llegó a entender. Entonces el ataque superó las defensas del elfo, al que atravesó con la espada en su hombro. Calimehtar gritó de dolor y en ese momento, Arold sintió que un reserva escondida de fuerzas se encendía en su interior. Apretó la espada con ambas manos y se levantó, saltando con la espada delante directamente a su enemigo. Menegroth intentó sacar la espada del hombre atravesado de Calimehtar, pero éste sujetaba el acero firmemente con sus dos manos. Arold vio la mirada de incredulidad del asesino al ver aproximarse l ahoja forjada por zhoran y sintió como con el metal atravesaba el pecho de su enemigo, partiendo esternón y columna vertebral y atravesando el corazón del enviado de Sauron. El enemigo se desplomó con los ojos muy abiertos pero ya sin vida.

Arold cayó de rodillas, exhausto. Su hermano también, todas sus fuerzas casi agotadas. Arold quedó tendido de espaldas mirando al cielo y cerró los ojos, incapaz de mantenerse consciente por más tiempo…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:03 pm

//Arold:

IX. TRAS LA TEMPESTAD LA CALMA

Arold abrió los ojos y un torrente de luz le penetró dolorosamente por sus ojos. Afinó las rendijas de sus párpados mientras la vista se le iba acostumbrando y descubrió que estaba en una habitación.

- Por fin despiertas Arold – dijo una voz familiar

El medioelfo miró hacia el origen de la voz y vio, sentado en una silla, a su hermano, con el brazo cuyo hombro había sido atravesado en cabestrillo.

- Calimehtar!!... ¿qué ha pasado? – preguntó Arold.
- Has estado inconsciente muchos días – respondió con gesto suave – en verdad nos has tenido preocupados a Ailiniel y a mí… por un momento llegué a temer por tu vida.
- Qué pasó? Perdí la conciencia… recuerdo haber atravesado a Menegroth… y después de eso todo está vacío y oscuro…
- Si… perdiste el conocimiento… en verdad tu herida era bastante grave. Gracias a que te salvo el yelmo, de lo contrario ni tu no yo estaríamos aquí. En verdad, si quieres saber que pasó después de que quedaras sin sentido, lo cierto es que yo no estaba tan gravemente herido… el hombro atravesado aún tardara un par de semanas más en curar del todo… pero a parte de eso yo estaba relativamente bien. Entre Ailiniel y yo te trajimos de vuelta lo más rápido posible, tumbado sobre Mornepilin, el caballo a lomos del cual cabalgaste y que, por cierto, parece haberte cogido un cariño especial.

Arold se sonrió. Él también le había cogido mucho cariño al caballo durante esos días que duró la persecución y a decir verdad le apenaba ahora la perspectiva de que posiblemente pronto, habría de separarse de su nuevo amigo, por no mencionar a su hermano.
Aún estaba Arold en medio de estas cavilaciones cuando su hermano habló de nuevo, sacándolo de su ensimismamiento.

- Arold... dime una cosa… ¿Por qué te buscaban? Que el Enemigo mostrara tal interes en cogerte resulta alarmante…

Arold se quedó callado, dubitativo sobre si debía o no contarle la verdad a su hermano

- Lo entenderé si no quieres hablarme de ello… pero quiero que sepas… que puedes confiar en mi, hermano.

Ambos hermanos se miraron fijamente y entonces Arold tomó una resolución

- Bien… te lo contare – Y le relató la historia de cómo había encontrado la primera esencia, de cómo se había convertido en guardián de la esencia del viento y de la importancia de que no cayeran en malas manos, si bien no le habló de los demás guardianes – Y bien, ahora que lo sabes, también entiendo ahora que me es necesario partir cuanto antes…
- ¿Partir?... partir…- Calimehtar se rascó la frente pensativo – Mi corazón por primera vez desea que te quedaras con Ailiniel y conmigo… pero sí… tienes razón… creo que es hora de que dejes de huir, mi hermano, y te enfrentes a la prueba que se te ha encomendado.
Arold asintió solemne – Me alegra que lo entiendas… y aunque de verdad quisiera quedarme, me temo que la partida será inevitable, si bien me quedaré hasta que esté recuperado del todo y prepara la partida… imagino que no saldré antes de 7 u 8 días.

- Bien, yo me encargaré de que tengas tu equipaje – sonrió Calimehtar- tú descansa por el momento – y le apoyó cariñosamente su mano sana en el hombro.
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:03 pm

//Arold:

X. LA DESPEDIDA

Los días pasaron y Arold se recuperó totalmente de sus heridas. En todo aquel tiempo, no salió Arold de la casa sino para pasar de vez en cuando un rato con Mornepilin, al que de verdad le había cogido especial afecto.

El día de la partida, alguitas nubes salpicaban el cielo y la brisa del mar llenaba con su aroma salobre el ambiente. Arold se vistió con sus prendas de viaje, y salió de la casa. Su hermano y Ailiniel le esperaban fuera y entonces Arold se sorprendió cuando vio que sobre Mornepilin Calimehtar habia cargado el equipaje.

- No entiendo…
Calimehtar rió – Oh, si que entiendes, lo que pasa es que aunque se que lo deseabas, creo que no te lo esperabas… Estos días te hemos visto pasar tanto tiempo con el buen Mornepilin y a él haberte cogido tanto cariño, que en verdad sería una crueldad de mi parte no permitiros marcharos juntos.
- no tengo… palabras para agradecerte todo lo que has hecho por mi, mi hermano…
- No hacen falta… te vamos a echar mucho de menos por aquí…pero esto no es todo… tenemos algo más para ti, Ailiniel y yo… - y miró a la elfa sonriente.
- Esto, lo he tejido para ti Arold. Que cada vez que la uses, te recuerde el tiempo aquí pasado – y le entrego una capa de fina factura, hermosamente decorada. Azul y gris eran los colores, como el mar en la tarde, y Arold la guardo con cariño en su mochila y le dio un fuerte abrazo a Ailiniel. Entonces le llegó el turno a Calimehtar.
- Yo… bien… he pensado mucho en qué regalarte… pues Mornepilin no lo considero un regalo, dado que él mismo quería irse contigo… pero si tengo este presente para ti- y se quitó un anillo de su dedo índice – Este anillo, perteneció a nuestro bisabuelo que lucho con valor en la guerra de la última alianza entre elfos y hombres… es el símbolo de nuestra familia… y quería que lo tuvieras tú… aunque hayas escogido una vida mortal, siempre pertenecerás a nuestro pueblo también… y a nuestra familia
Arold abrazó a su hermano visiblemente emocionado – Gracias… yo… no tengo nada para regalaros… al menos nada que sea digno de vosotros…
- No hace falta… lo que me has regalado es mayor que cualquier cosa que podría esperar, pues me has dado una felicidad que ya no esperaba tener… la del amor de un hermano.

Finalmente y tras muchos “adiós” y muchos abrazos, Arold partió al trote de regreso al Este, no sin prometer visitarles en cuanto le fuera posible. Y hasta aquí la historia del amor de dos hermanos que superaron sus diferencias y de cómo una familia volvió a unirse. Largos son los caminos que siguieron caminando ambos y sus historias y hazañas, ¿dónde quedaron escritas? Quizá alguna pequeña canción aún lo recuerde…
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:04 pm

Un gran relato que pone el listón muy alto, ya tendrás oportunidad de contársela a Nadril en alguna hoguera del camino Wink
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Grunfoold




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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitimeJue Oct 09, 2008 7:53 pm

si senor si senor!!
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MensajeTema: Re: Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion)   Narn i Hîn Súrion (por Arold Antarion) Icon_minitime

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