Por amor a mi Clan (por Balin hachatorcida)

Introducción

Me llamo Balin y mi sobrenombre hachatorcida, no por nada especial, sino porque el destino quiso que mi primer hacha sufriera un mal accidente y a mi clan le pareció gracioso.

Pero que quién es mi clan, es el Clan Woodnorth que vive al norte de las montañas azules, una zona fronteriza y agreste constantemente amenazada por todo tipo de bestias salvajes y muchos males que proceden de las tierras salvajes del norte. Mi clan lleva luchando contra
estos males durante incontables generaciones.

Pero mi clan se muere, finalmente el mal que baja del norte esta venciendo, cada generacion somo menos, cada generación somos menos prósperos, cada generación la desesperación crece en los ojos de los guerreros, la tristeza en los ojos de nuestras mujeres y la desilusión en los
ojos de nuestros hijos.

Yo miraba aquellos ojos y la furia crecía en mi interior. No podia soportar que este mal creciera también en los corazones de todo mi clan. Yo no soy nadie importante en mi clan pero le amo, así que tomé una decisión: Partiría a buscar otro destino para mi clan, otro destino que no fuera el de la lenta desaparción y olvido.

Buscaba otro lugar donde una pequeña comunidad de enanos pudiera prosperar. Así es como llegué a Bree, armado con mi hacha, mis ilusiones y los pobres conocimientos de herrería que había heredado de mis padres. Si consiguiera montar un negocio de herrería que prosperara algún día podría traer a mi clan y iniciar un nuevo destino para él, no se si mejor o peor, pero diferente.

CAPITULO I: La Forja

El viento aun fresco del final del invierno golpeaba el cartel que representaba un poni encabritado justo encima de mi cabeza, yo miraba el interior de un gran salón iluminado por un gran fuego y del que salian voces, canciones y entrechocar de jarras. Mi ojos algo inseguros recorrieron la habitación buscando algo familiar que me animara a dar el paso. Finalmente fueron mis oidos los que me decidieron. La rugiente voz de un enano con fuerte acento me hiceron volver la cabeza hacia un rincón donde dos enanos charlaban a voz en grito en una animada conversación.

El aspecto de uno de ellos era solemne y en sus ropas predominaban los azules, se veía en él un aire de Sabiduría que solo la experiencia y en su cara se veían algunas arrugas marcadas por el fuego de la forja, mas tarde me enteraría de que era un gran maestro forjador.

El otro tenía un aspecto mas llamativo con un a espesa melena puntiaguda de un blanco ciertamente impactante, también su forma de hablar e incluso su alegría contagiosa era llamativa, hasta su vocación era llamativa, para un enano. Según decía era una especie de cantaautor.

Me acerqué a su mesa algo inseguro y enseguida el de pelo blanco se giró hacia mí y me gritó:'Saludos hermano, ven y sientate con nosotros'. Mientras se levantaba me daba un fuerte palmada en la espalda y me ponía una jarra de cerveza en las manos. Aún no había abierto la boca y ya me sentía como en casa.

Este fue mi primer encuentro con estos dos enanos que con el tiempo terminarían siendo mis amigos y socios y cuyos nombres eran Zhôrun hijo de Zhôrin y Grinfoold Crestanevada.

Fueron ellos los que me introdujeron en los secretos de la forja, los que me ensañaron el potencial de la mina de Bree y con ellos forme parte del primer gremio de forjadores de Bree, quizá eramos pocos para llamarnos gremio, pero éramos muy activos.

Tan activos que llegamos a irritar algun Vala que nos tiró la mina encima, yo estaba cavando cuando sentí un temblor de tierra, en ese momento uno de los mineros humanos salió corriendo y gritando que la mina se caía. Cabezota de mi me empeñé en comprobarlo y como resultado se me cayó la mina encima, salí arrastrandome de los escombros como pude, apena vivo.

Aquello fue un duro revés para nosotros, pero además significaba la ruina de Bree, ya que dependia del carbon para su supervivencia económica. Por suerte los mineros aseguraron que podrían reabrirla en unas semanas y nosotros localizamos otra mina camino de la Comarca desde la que organizamos un sistema de transporte de carbón. Fue, sin embargo, una labor, aunque lucrativa, peligrosa; en el traslado del mineral conocí la muerte de cerca dos veces y también mi compañero Grundoolf.

Fue por entonces, observando los bosques de Arthedain cuando empezó a crecer e mi interes en trabajar la madera de aquellos maravillosos arboles lo cual resultaba extraño para un enano. No creais que abandoné el amor a la forja, Aüle no lo permita. Desarrolle una cierta habilidad en el fundido de metales, lo cual fue de gran ayuda para Zhôrun, sin embargo empecé a producir cosas maravillosas con la madera lo cual me llenaba de alegría, Parecia que Yavanna estaba entrando mi corazón y lo empezaba a compartir con Aüle...Bueno al fin y al cabo son pareja.

He hablado de que el traslado del mineral era peligroso. Esto era algo general para todas las caravanas, por este tiempo la amenaza de orcos y trasgos estaba creciendo en la zona. Fue así como conocí algunos de los montaraces y elfos que se movían sigilosamente por la zona y que de vez en cuando nos prestaban sus habilidades, así conoci a Edrahil que salvo mi vida en las Montañas Nubladas y Tyrael que me ayudó en el camino a la mina de la Comarca.

Y también fue por entonces cuando viaje a Rivendel, maravilla de la arquitectura élfica y mas tarde a Erebor -La Montaña Solitaria, joya de los asentamientos enanos y donde afiné mis habilidades en el arte de la forja y por fin El reino de las Colinas de Hierro, el mayor asentamiento enano en la Tierra Media.

Finalmete la mina de Bree se reabrió en parte y pudimos reanudar parcialmente nuestras actividades en la forja de Bree y también terminamos nuestro servcio de entregas de carbón a los comercios de Bree, fue un periodo muy intenso aunque productivo.

Capítulo II: La Liberación de Tharbad (parte I)

El primer rayo de sol se reflejo en el hacha manchada de espesa sangre, mientras Balin Hachatorcida miraba incredulo aquella inmensa mole de carne y sangre. Carne y sangre que hasta hacia un momento se movía, golpeaba y rugía de una forma que helaba el cerebro. Mientras recostaba su magullada espalda contra el muro de la casa, se puso a pensar en como habia llegado a esta situación.

'!Orcos¡',exclamó con desprecio el Grunfoold el crestudo enano de pelo blanco, 'llevamos teniendo encuentros con esos malditos desde que empezamos las operaciones en la mina de carbón de la Comarca. Tengo ganas de acabar con ellos de una vez'. Miró a los reunidos en aquel claro, protegido de la lluvia por dos grandes arboles, mientras lo decía. Allí estaba yo Balín sentado en aquel tronco caido limpiandome las gotas de lluvia de la calva. Había otro enano Trestnur, un joven prometedor que se había unido a nuestro gremio no hacía mucho, pero que tenía un gran ansia por ser útil. A su lado se sentaba Alteru, un taciturno elfo que se mostraba casi siempre frío con los enanos, aunque resultaría de gran ayuda. De pie a mi derecha se encontraban dos montaraces humanos, Idrahil y Ethanor, tipos sigilosos y duros donde los alla, hábiles con el arco y la espada. Y por último frente a mi, un personaje nuevo para mí, una mujer llamada Mara, al parecer también montaraz; sus rasgos eran delicados pero como se vio después su espiritu era duro como un buen acero enano.

'Ahora ya sabemos que las bandas de orcos se están reuniendo en Tharbad, desde allí es posible que pretendan hacer una incursión a Bree o a la Comarca' Los montaraces miraban serios y con respeto a Mara según hablaba. '¿Cuál es el plan?' Preguntó Idrahil. 'haremos un ataque por sorpresa con un grupo pequeño. Iremos exterminandoles poco a poco atrayendoles a emboscadas en los que los enanos harán de barrera de contención y el resto haremos uso de nuestros arco a ser posible de manera furtiva. Yo me encargaré de explorar por delate y atraerles'. Abrí los ojos con sorpresa, parecía un buen plan, pero esa Mara debía ser realmente valiente para asumir ese papel. Empezaba a comprender ese respeto que demostraban los otros montaraces hacia aquella mujer.

Tras reponer fuerzas y abastecernos en Bree llevabamos dos días de jornada hacia Tharbad, a los lejos se nos revelaron la abandonada muralla norte de Tharbad. Llevábamos un buen rato esperando, Mara se había adelantado a explorar de forma sigilosa la parte norte de la ciudad. Yo estaba en tensión previendo el combate, el sudor corría por mi calva debajo del yelmo rojo. Nos habían mandado matener silencio, pero Grunfoold no podía evitar soltar algún comentario de vez en cuando, ganandose la mirada de reproche de Idrahil que esperaba atento alguna señal de Mara. Esta apareció de repente casi a nuestro lado (nunca deja de sorprenderme esta habilidad de los montaraces de aparecer de la nada), 'hay dos orcos de guardia en el lado Oeste y algunos más en el Este, la puerta esta despejada, acercaos hasta la puerta y iré atrayendolos, pero no os adelantéis'.

Seguimos a Idrahil al interior de la ciudad llena de antiguas glorias y ahora muerta. Era descorazonador que aquella joya hubiera caído en manos de esos malditos orcos. 'Pagarán por esto' dijo Grunfoold mientras miraba las casas quemadas y todos los signos de destrucción. 'Para eso estamos aquí' le replique mientras rechinaba los dientes de rabia. En ese momentos oímos sonidos de lucha que venían del Este y apareció Mara corriendo mientras disparaba su arco con celeridad a un par de orcos que se la echaban encima. Nos sobrepasó y los tres enanos, hombro con hombro, formamos una barrera de músculo y acero, los dos orcos chocaron contra esta barrera y empezaron a recibir la caricia de nuestras hachas y la espada de Trestnur, al mismo tiempo empezaron a volar flechas por encima de nuestras cabezas, disparadas en rápida sucesión por los montaraces y el elfo. Los orcos eran muy duros y tenían enormes escudos contra los que nuestras hachas resbalaban y las flechas rebotaban, además sus movimientos eran rápidos, nos costo mucho acabar con ellos y nos llevamos algunas magulladuras y cortes que los montaraces nos ayudaron a reparar. Ahora ya sabíamos a que tipo de enemigos ibamos a enfrentarnos.

La jornada continuó toda la tarde con Mara apareciendo seguida por un grupo de orcos nuevo choque contra nuestra barrera y más combate encarnizado. Las imagenes se confunden en mis recuerdos, cuando pienso en aquella tarde
ya solo veo rostros bestiales gritos guturales y de dolor y sangre en todas partes y también un profundo cansancio que se iba apoderando de mis músculos.

Capitulo II: La Liberación de Tharbad (parte II)

'Esta anocheciendo' anunció Trestnur cuando llegó Mara al que con gesto preocupado nos anunció, 'hay un algunos orcos más en el isla central, pero hay algo más, un Troll les acompaña', todos miramos preocupados e incluso asustados
'¿como vamos a vencer a un Troll?' preguntó preocupado Alteru, sus flechas habían sido muy eficaces hasta ahora pero como a todos le preocupaba que no fueran bastante para aquel enemigo, 'Podemos atraerle al puente y hacer que caiga al río, con su peso se irá hasta el fondo' propuso Idrahil. 'Es un buen plan, pero la cuestión es que a lo mejor no podemos empujarle hacia el río. He oído que los trolls son muy tocudos', dije yo. 'En todo caso no hay una opción mejor', replicó Mara mientras desapecia en las sombras en dirección a las sombras. Nosotros formamos la barrera en el puente y los arqueros se apostaron detrás. Esperabamos en tensión agarrando con fuerza los hachas y con miedo en los ojos, pues sabíamos que este enemigo podía superarnos. De repente oímos un rugido bestial, vimos a Mara pasar corriendo a nuestro lado como una exhalación y oímos unos pasos pesados mientras el suelo se estremecía, y allí estaba una mole enorme en plena carrera que se lanzaba contra nosotros ciego de ira.

Aguantamos el choque como pudimos aunque quedamos magullados y confundidos. En ese momento empezamos una frenética actividad en la que una espada sustituía a un hacha a la hora de golpear aquella mole, golpeabamos, nos retibamos golpeaba otro y mientras recibía una lluvia de flechas. Al mismo tiempo tratabamos de empujarle hacia el río, pero no habia forma, aquella masa era inamovible y sucesivamente golpeaba con aquellos grandes puños como mazas a un lado u otro, de vez en cuando algún enano salía despedido y era imediatamente sutituido por otro. Me dolían todos los huesos del cuerpo y hacia tiempo que había dejado de controlar los músculos de mi brazo que seguía moviendose por puro reflejo. No podía creer que ningún ser pudiera aguantar tal castigo, el troll tenía cientos de corte y aun más flechas clavadas por todo el cuerpo. De golpe su mirada cambió, así como sus gritos, nos dimos cuenta de que en realidad ya estaba muerto, pero en pobre cerebro de aquella mala bestia aún no se había dado cuenta y aún dio un par de golpes antes de tambalearse y estremecer el suelo con su caída. Nos miramos con asombro, no podíamos creerlo, habiamos acabado con un troll.

El resto de la noche fue una sucesión confusa de combates, aunque con la novedad de que a los combates se añadieron Uruks y jinetes de huargos. Mi respeto por mis compañeros iba creciendo, ninguno aflojaba, niguno flaqueaba, demostraban una fiereza y un desprecio por sus vidas que me llenaba de orgullo. De echo, si mi moral tampoco flaqueba era gracias al ejemplo de mis compañeros, no iba a ser este enano el que saliera corriendo cuando el resto se batia el cobre. Idrahil y el elfo Alteru disparaban flechas a una velocidad endiablada y cuando hacía falta saltaban las espadas a sus manos, la espada de Trestnur, y las hachas de Grunfoold y mia subian y bajaban como si estubieramos picando carbón en la mina mientras nuestros escudos aguantaban embites y golpes como si estubieran bendecidos por el mismo Aulë. Pero por encima de todo era admirable la actuación de Mara, se intruducia sigilosamente entre las filas de orcos y trasgos disparaba aquí y allá, aparecía y desaparecía y volvía a atacar furtivamente desorgizando su ataque. La conjunción del equipo me parecía maravillosa, era poesía en acción.

Capitulo II: La Liberación de Tharbad (conclusión)

Pero aun no había acabado aquella oda, en la muralla sur de Tharbad nos enfrentamos al último y mas difícil reto de todos. Mara volvio de una de sus incursiones para informarnos de que las murallas estaban llenas de trasgos con arcos y flechas acidas y como ginda del pastel había otro troll esperando en la puerta sur. La situación era dificil, estabamos agotados y encima si nos enfrentabamos al troll de frente los trasgos nos acribillarían desde la muralla. Por tanto Mara propuso el plan de acercarnos hasta la parte Oeste de la muralla cubriendonos con la linea de casas y allí buscar un ángulo ciergo desde el que trepar a la muralla, una vez allí acabaríamos con los trasgos y desde la protección de la muralla acribillaríamos al troll. Un buen plan, pero uno propone y Eru dispone. Al principio la cosa parecía ir bien los montaraces y el elfo se dedicaron a distraer al troll y los arqueros mientras nosotros nos acercamos a la muralla una vez allí empezamos a hacer una torre humana con Grunfoold y yo como base y así permitir trepar a todos, pero entado ya en posición notamos como el suelo empezó a retumbar con pasos pesados como la maza del mismo Aulë y vimos aparecer corriendo al elfo y seguido a muy poca distancia la enorme mole del troll que nos pilló a todos los enanos en una situación muy comprometida. En seguida rompimos la torre que estabamos montando, pero para entonces el troll ya estaba a nuestra altura y habia cazado al elfo con un tremendo reves que le lanzó contra la muralla dejandole inconsciente. Trestnur y yo nos lanzamos contra el troll con un grito salvaje y le retuvimos mientras Grunfoold aplicaba en el elfo las hierbas medicinales que nos habían dado los montaraces. En ese momento Trestnur recibió un porrazo tremendo que le dejo sin aliento, dejandome a mi sólo frente a aquella tonelada músculos y rabia desbocada. Estaba yo rezando a todos los Valar que recordaba cuando sobre el Troll empezaron a llover flechas...Mara e Idrahil llegaban en ese momento después de los intercambios de proyectiles que habían tenido con los trasgos de las murallas. Su oportuna llegada dio tiempo a Grunfoold para alejar a Alteru del combate y después volver a la carga y a Trestnur a recuperarse del golpe del troll, la conjunción de los tres enanos y de la lluvia de flechas hizo que el troll finalmente besara el suelo, lo cual arranco un grito de júbilo de nuestras gargantas...Había estado cerca de acabar con nosotros.

Balín volvió en si de su ensoñación cuando vio como Grunfoold le cortaba la enorme cabeza del troll con su hacha. '¿Para que quieres eso Grunf?'.'!Ja¡ Este va a ser un bonito recuerdo para mi colección', respondió Grunfoold. Idrahil se acerco y mientras sacudía la cabeza asombrado por lo que hacía Grunfoold, le amonesto, 'deja eso aun no hemos acabado. tenemos que despejar del todo las murallas'. Todos miramos a la muralla desde nuestra protección tras la casa, todavía algún trasgo se movía allá arriba, aunque se guardaban mucho de asomar las cabezas, pues los certeros tiros de nuestros compañeros les cazaban enseguida. Me levante y exclame, 'vamos acabemos con esto¡' Corrimos hacia el ángulo muerto de la murralla mientras Idrahil y Alteru nos cubríán con su flechas. Tras la corta carrera volvimos a formar la base de la torre, con los enanos como base, alguién comentó que parecíamos un totem. Apoyandose en nosotros fueron subiendo Alteru, Idrahil, Trestnur y yo, pero para subir a Grunfoold teníamos un problema, no le podíamos alcanzar para hizarle. Entonces Idrahil nos pidió las capas y empalmandolas improvisó una especie de cuerda con la que hizamos a Grunfoold. En ese momento, me di cuenta de algo, '¿Donde está Mara?', pregunté. 'No te preocupes por ella, sabe lo que hace', respondió de forma enigmática Idrahil. Luego descubríria que Mara había trepado sóla por el otro lado de la muralla y se había dedicado a despejar la parte este. Nosotros nos aproximamos por el lado Oeste y poco trabajo nos quedaba ya. tras despejar los últimos restos El carro solar apareció pleno en el horizonte iluminando Tharbad de una forma que no había sentido desde hacía mucho tiempo. reímos satisfechos mientras contemplabamos aquella hermosa vista desde la muralla.

Finalmente descendimos de la muralla, estabamos reventados, pero nuestro cansancio es el cansancio satisficho que siente un trabajador por un trabajo bien hecho. Busacamos resguardo en un covertizo de una de las granjas del Sur de Tharbad, abandonada haciá tiempo. Encendimos un fuego y comentabamos los recientes acontecimientos cuando empezo a llover, la jornada terminaba igual que había empezado con las bendiciones de Ulmo derramandose sobre las criaturas de Yavanna y lavando la inmundicia de la cara de Aulë en esta parte de Arda. Al fin dormimos satisfechos y seguros pues el mal había sido alejado de aquellas tierras y la ruta del sur había sido abierta de nuevo.