Una Misteriosa Desaparición

Es un cálido mediodía de finales de primavera. El bosque y los alrededores de la aldea de Bree permanecen en calma, ajenos a la amenaza que se cierne. De entre la espesura surge una misteriosa silueta que camina con paso tranquilo pero firme. Ropajes azulados y una capa, todos de excelente talle, se deslizan en apenas un murmullo, el rostro permanece oculto bajo la capucha. Los guardias de la puerta se estremecen al verlo llegar, la gente evita mirarlo directamente pero siguen sus movimientos, los niños huyen despavoridos. El incidente provocado por el joven elfo permanece aun muy vivo en las mentes de todos.

Evitando detenerse a preguntar y buscando que su estancia sea lo más breve posible, el joven Nadril se dirige sin mayor dilación al Pony Pisador en busca de algunas provisiones para el camino. En el interior de la posada la misma escena, miradas temerosas, niños asustados y Mantecona serio rogando porque no suceda nada esta vez. Afortunadamente para el elfo no se va a encontrar sólo, pues casualmente en la posada se encuentra su buen amigo Arold, en compañía de un enano distinto al habitual ¿qué habrá sido del cascarrabias de Grunfoold?

Saludos y abrazos sirven de previo a las presentaciones, frías por los tiempos que corren, en los que cualquier cara nueva no es tan bien recibida como antaño, tras el incidente de la montaña Nadril se ha vuelto bastante más precavido y reservado, algo azota en su mente desde entonces. Por el contrario, el enano se muestra bastante afable, si bien hace gala de los típicos modales de los de su especie. Sentada en una esquina se halla otra figura conocida, Dulin, quien por el momento rehúsa la compañía de sus camaradas. La comida y la bebida amenizan la tertulia, en la que Arold, Nadril y el enano, de nombre Henngur, intercambian experiencias y opiniones, lo que da a Nadril la oportunidad de ir observando al nuevo amigo de Arold antes de relajarse en su presencia y comenzar a confiar en él.

A media tarde un hombre hace su aparición en la posada, sus ropas, de mejor calidad de lo que acostumbra verse por la posada, y modales hacen notar su presencia, o mejor dicho, sus estiradas maneras para con los demás provoca la curiosidad de los presentes. Tras intercambiar algunas palabras con Mantecona, éste atrae la atención de los presentes, informando de que el hombre recién llegado y remilgada actitud anda en busca de algunos espadas de alquiler para resolver cierto asunto privado. Movidos por la curiosidad Arold y Henngur no dudan en acercarse a preguntar mientras Nadril escucha desde la mesa, a la par que Dulin parece hacer lo mismo. De la conversación que mantienen con el hombre se desprende que algo ha sucedido en la mansión de La Dama, la cual requisa la ayuda de hombres competentes para ayudarla. Una obligación para Arold, una buena ocasión para ganarse algunas monedas fáciles para Henngur y algo que bien podrían hacer cualquier otros, pues hay cosas más importantes, en opinión de Nadril, quién finalmente accede pues nunca ha estado en la mansión de La Dama y ha oido que posee una colección de arte e instrumentos verdaderamente admirable, por lo que esta puede ser una buena ocasión para contemplarlos.

Tras un viaje apacible en carroza, en la que Nadril, ante lo que pueda avecinase, no duda en informarse sobre la confianza que Arold tiene en Henngur, arriban a la mansión. Tras atravesar las puertas exteriores contemplan el paisaje que se les ofrece, los jardines de la Dama son en verdad fascinantes, con gran variedad de plantas y árboles, todos ellos bien cuidados. Una vez dentro de la mansión son recibidos por el mayordomo, quien se hace cargo de capas, bastones y demas enseres antes de conducirlos al salón principal donde aguarda La Dama. En dicha estancia los tres aventureros pueden admirar los grandes tapices que cuelgan de las paredes, la mullida alfombra sobre la que descansan los sillones, una colosal estatua representando a La Dama así como a un trabajado piano tocado por las manos de un más que notable intérprete. En el centro de la estancia encuentran a la señora, junto con su criada y un individuo de extremada soberbia y dudosos modales que es presentado como Sir Marcus. Tras ellos hace su entrada Dulin, sigiloso como de costumbre, que parece que ya estaba sobre aviso.

Una vez hechas las presentaciones de rigor La Dama procede a contar lo sucedido: la Pequeña Dama ha desaparecido sin dejar el más mínimo rastro en los jardines de la mansión en presencia de la criada. Terriblemente afectada, pues según cuenta la Pequeña Dama apenas tiene 5 años, y siguiendo las recomendaciones de Sir Marcus, quién no se ha despegado de ella en ningún momento profiriéndole todo tipo de cuidados, agasajos y atenciones, la Dama se retira a sus habitaciones a reposar, confiando en que cuando se levante su pequeña esté de nuevo en la mansión. Tras unas cuantas preguntas más a la criada, algunas desconcertantes para los presentes pero que sirven a Nadril para descartar una posible implicación de Laomir, su viejo rival, interrumpidas en gran parte por Sir Marcus, el grupo sale hacia el jardín para iniciar la búsqueda, en constante compañía y molestias de Sir Marcus. Despues de examiar la zona con bastante poco éxito el grupo decide dividirse para intentar abarcar más zonas: Nadril hablará de nuevo con la criada, esta vez sin la presencia de Sir Marcus, ya que Arold sospecha que su presencia ha podido condicionar sus respuestas, Dulin examinará la zona norte y Arold, Henngur y Sir Marcus partirán en dirección Sur.

La nueva conversación que mantienen Nadril y la criada resulta ser considerablemente más provechosa que la primera. Por un lado se percata de la hechizante influencia que Sir Marcus ejerce sobre los habitantes de la mansión, hasta el punto de no darse cuenta de que resulta imposible que se presentara con tanta presteza al llamado de La Dama, pues su villa queda a varios días y él se presentó a la mañana siguiente al trágico suceso. Esta conversación, en la que Nadril aprovecha sus encantos para ganarse la confianza de la criada queda interrumpida por la súbita aparición de Henngur, visiblemente transtornado y sin apenas consiguir contener la respiración. Según parece, él y Arold han hallado un campamento repleto de hombres armados que, sospechan, podría ser el de los captores de la Pequeña Dama.

Durante el corto trayecto hasta el campamento Nadril hace a Henngur partícipe de sus averiguaciones, que no hacen si no confirmar lo que el enano había comenzado ha intuir tras hablar con Sir Marcus: éste no es lo que aparenta o, al menos, oculta algún tipo de información. A su llegada al lugar donde aguarda Arold comienzan a formular preguntas a Sir Marcus sobre todo lo concerniente a la desaparición e incluso su posible implicación en el mismo. Éste visiblemente alterado, e incluso sobreactuando con muy poco estilo en opinión de Nadril, intenta desviar la conversación mediante contínuas evasivas que no hacen sino aumentar las sospechas sobre él. Habida cuenta de que la confianza sobre el noble está en entredicho no resulta prudente realizar cualquier tipo de acción en su presencia, por lo que encomiendan a Henngur la tarea de custodiarlo mientras Arold y Nadril se adentrarán en el campamento si ser detectados. La incursión no sólo resulta infructuosa para el motivo que los arrastró allí, sino que acaba por convirtirse en una feroz lucha cuando Arold es descubierto en un descuido de éste.

Tras el combate que, se decanta del lado de los aventureros, proceden a interrogar a uno de los supervivientes de la contienda, el cual, antes de morir, acierta a contarles que la Pequeña Dama resulta no ser una niña de 5 años, como instintívamente habían supuesto en un primer momento, sino la gata de la señora. En efecto, tras una rápida reflexión caen en la cuenta de que no hay ningún hombre junto a la Dama y que esta es conocida por la lista de pretendientes que se le atribuyen, es más, Sir Marcus se perfila como uno de los principales pretendientes, con lo que aparecer frente a la Dama como uno de los rescatadores le haría mejorar aún más la estima en que lo tiene la señora. Esta sucesión de revelaciones provocan la ira de Arold, quien, cansado de los tejemanejes entre los nobles, intenta sacarle toda la información posible a Sir Marcus, pues parece bastante evidente su implicación en el asunto. Sin embargo la habilidad del noble para desviar la conversación, aparentando ser contínuamente ultrajado, resulta notable, si bien finalmente consiguen sonsacarle que sabe mucho más de lo que pretende aparentar. Al parecer no es la primera vez que la gata es secuestrada y él siempre se las a arreglado para aparecer como el heroico salvador ante la Dama, lo que provoca nuevos interrogantes sobre el propósito de sus acciones que, nuevamente, rehusa contestar. Tras intercambiar unas palabras entre sí en élfico, poco cortés para con el enano pero necesarias para que el caballero no averigüe lo que traman, Arold y Nadril deciden darle una pequeña cura de humildad al noble, en parte tambien como último recurso para intentar sacarle álgo más. Puesto que deseaba aparentar haber participado en el rescate, deciden ayudarlo a lograr su objetivo ensuciándolo un poco, para lo que, usando las habilidades musicales de Nadril, dejaron a Sir Marcus inmovilizado sobre los cadáveres ensangrentados de los secuestradores mientras regresaban a casa de La Dama a entregar a su preciada gata y ponerla sobreaviso en relación a Sir Marcus. Afortunadamente, y gracias a las habilidades interpretativas de Nadril y a la convicción de las palabras de Arold, consiguieron que la reputación del supuesto noble caballero fuese puesta en entredicho, así como sus intenciones.

Puede que Sir Marcus finalmente se salga con la suya, sea cual sea su objetivo, pero al menos la intervención de Henngur, Arold y Nadril ha hecho que no todo sea el camino de triunfal que se esperaba.

//Aghad:

Esta muy bien. Sin duda merece un buen puñado de px's.
Espero seguir apareciendo en las gestas del gran Bardo Nadril.

//Ulmo:

asi que esa es la percepcion de la historia eh?... interesante...

animo a los demas participantes a poner su version... y quizas Marcus acabe poniendo la suya tambien

//Arold:

Aproximadamente mi version es la mismna salvo por una cosa, el que descubrieran a Arold se debio mas bien a un fallo en la magia del "todopoderoso" Nadril ¬¬. A parte de eso, en lo que respecta a Marcus, de acuerdo.